Encontré un secreto
Descubrí antier que los recuerdos los tenía perdidos debajo de la cama mezclados con los calcetines que se va tragando el colchón. No sólo me di cuenta de que no eran tantos los pares que tenía descazados, sino que había dejado de lado ciertas experiencias que son fundamentales para entenderme a mi mismo. Allí, como si alguien le hubiese dicho que yo iba a hacer limpieza general, apareció con brillo tentador mi agenda de adolescente, un capricho que durante bastante tiempo mantuve con el fin hedonista de plasmar mi existencia por si alguien, un día cualquiera, le diere por abrirla e indagar en mis sensibilidades y hacer de ellas un best seller cual hiciere la sufrida Ana Frank en su corta pero intensa existensia. Los motivos de finalizar con aquel proyecto pre-blogger son muchos, y casi todos los abarcan los impulsos madurativos que me llevaron a ridiculizar mi actuación y otras incompatibilidades universitarias que discriminaban la escritura sentimental como algo pueril y femenino.
Cuando abrí ese íntimo tomo sonreí como lo hacía en aquel entonces al mirar a cualquier ser viviente que se me pusiera al lado y me llamara la atención por la proximidad de nuestras auras. No quiero hacer ninguna crítica de lo que entonces pensaba, pero mi mente ya difiere con los gustos de entonces y ya no cualquier ser humano es susceptible de ser mi amor platónico.
Todavía no soy grande, aunque ya las canas empiecen a aparecer en mi barba y mi cabeza (qué le voy a hacer a la genética), y menos aún me creo sabedor de todo lo posible y lo imposible. Todavía no soy lo suficientemente mayor para desprestigiar aquel trabajo que amasé durante años y, por burdas vanalidades, dejé macerar como a la mistela. Quizá por eso me supiero tan dulce y tan concentradas esas palabras.
No empezaré ningún otro diario, por ahora, pero sí continuaré con este blog de misceláneas que tantas veces intenté dejar por la mano. Esta ausencia por el ciberespacio no es otro de mis arrebatos de gandulería, sino por el trabajo, el cansancio físico y la pasión con la que uno comienza cualquier relación sentimental. Ahora llega el verano, terminan las clases y el tiempo será relativamente más útil. Hoy vuelve a bregar en el ciber-terrero mi veraniega bitácora "un día cualquiera".