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un día cualquiera

Variaciones Goldberg

Ya me dijo faraox me preguntó que si yo no escuchaba música con menos de diez años de historia. Me puse a pensar, con todos los efectos secundarios que en mi produce dicha acción; a recapacitar, favoreciendo así el cambio climático; para posteriormente responder con un rotundo NO a las perversiones del cachanchán awara perdido ahora en el extranjero.

No es por purista, ni por costumbrista, ni por rechazo a la invasión comercial de la música en la actualidad, sino por una cuestión de entretenimiento. Es decir, es este camino que andamos todos a la par con destino a la muerte llamado tiempo, yo me entretengo levantando las piedritas que encuentro por ahí, para ver qué maravillosos tesoros se pueden encontrar bajo ellas. Vamos, que soy un despistado, además de un curioso.

Eso produce un retraso potencial con respecto a la contemporaneidad del resto. A veces me veo lejano, perdido a la cola del grupo y me desespero a correr, pero enseguida me encuentro otra historia fenomenil (como diría el amigo mapoto) que me entretiene y la distancia se acentúa. Pero otras, que son las menos pero las más motivadoras, me doy cuenta de que no soy el único que va a paso de caracol y me alegro de no estar con la mayoría.

La mayoría conoce la música clásica (ese nombre nunca me pareció coherente) de refilón, caracterizando a cada autor con su obra más populosa. Así a Beethoven lo reconocemos por el índice de su sinfonía "El Destino" o su "Para Elisa Teresa", a Mozart por su "Marcha Turca a la Turca", a Tchaikovsky por su "Cascanueces", a Shostakovich por su "Primer Segundo Vals" o a Bach por la coral "Badinerie"; que tanto se escuchó en la calle cuando salieron aquellos maravillosos Nokia.

Aquí les dejo con una nueva interpretación (con menos de 10 años, jeje) de la fantástica obra de Bach "Variaciones Goldberg". La primera es el Aria, la segunda la primera variación de las treinta que contiene la composición original.

 

 

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