El campesino canario
Aquí transcribo el artículo "el campesino canario" (Núm. 1, pág 6 y 7) de la revista El Guanche (el original y no el del CNC ), publicada en Venezuela, siendo su director redactor Secundino Delgado Rodríguez y su redactor administrador José Esteban Guerra Zerpa. Esta transcripción es literal.
Después de haber probado las decepciones, engaños y falsedades del mundo, en los grandes centros industriales, donde hasta la conversación tiene algo de tanto por ciento, donde el hombre trata al hombre la mayor parte de las veces con una segunda intención, con la idea preconcebida de utilizarle oportunamente. Donde el dios oro lo es todo: fraternidad, amor, amistad en fin. Después de que el hombre haya saboreado el acíbar de esta sociedad culta. Después de todas estas agudezas á que nos ha llevado la sociedad es cuando dá gusto y conforta el animo observar la vida inconciente de nuestro pueblo en el campo.
Junto á nuestros campesinos cambia subitamente la idea errónea que habíamos formado de la humanidad.
¡Cuanta diferencia del lenguaje galano y correcto de la clase educada en las capitales!
En el campesino no admiramos el estilo conciso y elegante, (gracias á los gobiernos que no en balde se llaman padres tutelares del pueblo,) pero en cambio nos llena el corazón emocionando nuestro sér, su lenguaje rudo y franco donde se advierte la verdad íntegra; su labio solo dice lo que su alma quiso decir.
El hogar de nuestros campesiones es un templo. Allí pueden venir á contemplar el modelo del matrimonio, el respeto del hijo al padre, el amor de la madre al hijo.
La caridad que predicó el martir del Gólgota es la guía de nuestro pueblo rural.
El viajero en nuestras islas, siempre que toque en la puerta de una choza, encontrará la mitad del pan de quien la habita, á más del cariño fraternal qeu se le brinde. ¡Cuántas veces hemos observado la satisfacción que se pinta en el rostro de nuestro labriego, cuando el transeunte como el pan o bebe el vino que expontaneamente le brindó!
¡Quien favorezca una vez en cosa alguna á este honrado tipo canario, puede estar seguro que el corazón del beneficiado no le olvidará jamás. Por el contrario, se desvelará esforzándose por recompensar al bienhechor.
Su trato, respetuoso y afable, nos parece á veces exceso de humillación, cuando solo es hábito en su exagerada cortesía.
La solidaridad, entre ellos, parece innata, en el trabajo ó en la desgracia. Los sociólogos tendrían que admirar el fondo altruista que caracteriza á estos hermanos nuestros.
Es proverbial en los campos de las Canarias: "Vale más un mal arreglo qeu un buen pleito," por lo que en último caso acuden a la ley, la cual odian como a su mayor enemigo.
Su temperamento pacífico, los perjudica en cierto modo.
Aún cuando carecen de instrucción sus juicios son rectos, sus argumentos llenos de lógica, lo que prueba el estado de sanidad de su cerebro.
No obstante las inícuas contribuciones que los diezman hasta apenas dejarles un puñado de gofio, ó arrebatarles sus chozas si el año ha sido malo y no pueden cumplir con los leoninos impuestos, no obstante estas iniquidades, (del nunca bien ponnderadogobierno,) causa muchas veces de que tengan qeu abandonar su patria, familias enteras, cual si fueran los judías de antaño, no obstante todo esto, decimos, son tardíos en rebelarse.
Pero....... ¡ay! cuando se deciden.
Es un sólo impulso, una masa compacta, qeu amenaza sin temor á nada ni á nadie; sin director ni instigador alguno, quieren todos los mismos cual un solo hombre; donde vá uno, el más insignificante tal vez, por ahí van los demás.
Se han dado casos en alguna de las islas, donde los padres de la patria han enviado un parásito de los tantos que abundan en la corte, á recaudar por contribuciones y cédulas, y así que los laboriosos se enteraron del objeto, se acabó para él la comida y el agua, cual si hubiera ofendido con su presencia y su objeto á una sola familia.
Bien conocedora la madre patria del carácter de estos guanches por el inmenso amor que hacia ellos siente, reduce lo más que puede los centros de instrucción y todo aquello qeu tienda á ilustra á nuestros hermanos. ¡Bendito sea su amor!
¡Y hay quien le dé la razón á estos filántropos, directores y dueños absolutos de nuestras Afortunadas!
No seremos nosotros. Tanto nos encantan las costumbres, trato, y lealtad de nuestros campesiones, cuanto odioamos y combatimos los causantes de su desdicha, su ignorancia y su pobreza.
Ese es EL GUANCHE.
1 comentario
Zafferano -
Por cierto, me encantó lo del parásito...
Un besote!