De una vida ajetreada
En este cuatrimestre mi vida ha cambiado mucho, no en el modo de enfrentarme a las cosas o en mi opinión o cualquier aspecto subjetivo de la misma, sino en la monotonía con la que me he visto obligado a enfrentar mis clases. ¡Ha sido necesario! Ya me parecía a mi que el primer cuatrimestre era demasiado suave, pero no había observado que las dos asignaturas anuales también estaban en la convocatoria de junio. Parecerá una tontería, pero ha sido algo involuntario.
No he parado ni un instante desde mucho antes de terminar el calendario lectivo. Trabajos, prácticas, exposiciones... y un sinfín de chorradas que no me han dejado ni un minuto libre para acordarme o pensar en los problemas de nadie, más que en los míos. Esta actitud egoísta y tan poco altruista ha sido necesaria. Comprendo a todos aquellos que puedan pensar que paso olímpicamente de todo dios y, más aún, de toda la parafernalia que esto conlleva. Pero me da igual. Hay veces y peronas que le dan muchas vueltas al tarro, hasta que se pasan de tuerca y la cosa explota. Explota sin razón y sin argumentos. Las miradas malintencionadas, las despedidas secas o el "vacío" de saludo han sido desafortunados e involuntarios.
Lo admito, en estos momentos prefiero mirar el ombligo de mi futuro, de mi vida que en nada (sólo 2 añitos más si sigo como hasta ahora) será una realidad monótona con la que me voy a ver enfrentado.
No he parado ni un instante desde mucho antes de terminar el calendario lectivo. Trabajos, prácticas, exposiciones... y un sinfín de chorradas que no me han dejado ni un minuto libre para acordarme o pensar en los problemas de nadie, más que en los míos. Esta actitud egoísta y tan poco altruista ha sido necesaria. Comprendo a todos aquellos que puedan pensar que paso olímpicamente de todo dios y, más aún, de toda la parafernalia que esto conlleva. Pero me da igual. Hay veces y peronas que le dan muchas vueltas al tarro, hasta que se pasan de tuerca y la cosa explota. Explota sin razón y sin argumentos. Las miradas malintencionadas, las despedidas secas o el "vacío" de saludo han sido desafortunados e involuntarios.
Lo admito, en estos momentos prefiero mirar el ombligo de mi futuro, de mi vida que en nada (sólo 2 añitos más si sigo como hasta ahora) será una realidad monótona con la que me voy a ver enfrentado.
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