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un día cualquiera

Magia palmera

Cuando uno anda por la urbe nivariense universitas, patrimonio de la especulación, como van diciendo también por ahí; sumergido en el nauseabundo mundo del trabajador metropolitano sedentario en el que estoy atrapado, va largando cual corresponsal del patronato de turismo palmense, las maravillas de su tierra y lo feliz que se es allí. La verdad, que según voy involucrándome inconscientemente en la monotonía cosmopolita, voy olvidando la realidad awar cultural que fascina a quien la busque y la aprecie. Pero con las vacaciones en su tierra uno carga de nuevo la batería publicista innata, y recuerda lo maravilloso que es vivir aquí.

- Ayer, fue un día de esos.
Temprano, como buen Majek n' Adamancasis putativo, me dediqué a las labores diarias del campo, desarmando por enésimo verano consecutivo, la higuera que se resiste a dejar de existir. Después, me dediqué al traslado de piedras y demás variedades, de un sitio a otro.

- Todo esto, con qué fin.
El cansancio que me produce la conversión de grasa en movimiento, me da una coloque similar al de fumar ganhja y me quedo atontado el resto del día. La intención de ayer, no era otra, que llegar así al espectáculo de anoche en La Villa del Apurón.
ACAPO, la asociación cultural de amigos palmeros de la ópera, organizó "La traviata" robándole al Bolshoi, su Orquesta sinfónica.
Todo me gustó bastante, llegándoseme a erizar, entre otros, los vellos. Disfruté mucho en la escena en que el padre de Alfredo, visita a Violeta para decirle que la nobleza de la que presume su familia no puede acoger a una puta de alto estandin, por muy a mediados del siglo XX en el que están. Violeta llora y canta. En este caso, no solamente está en una crisis sentimental, sino que tiene la tisis' y en breve... la palma. Lo único malo, la escenografía y el vestuario. Prefiero que todo sea en negro a dejar la sensación en los espectadores de extraña creatividad. Vamos, que mejor hacer volar la imaginación del público en el decorado, que distraerlos de la obra en curso porque están más pendientes de entender la escenografía, que de disfrutar la obra''.

- Los extraviados.
Cómo no, el elenco palmero participó. Los más destacables, dos jóvenes caballeros de extras que se rebujaron un poco con el asunto de la teoría. ¡Qué no, señor! Que actuar de manera natural no quiere decir que te dediques a charlar con tu colega, en medio de la representación de la fiesta de Carnaval, que se celebraba en casa de Flora, amiga de Violeta.

- A mandarle a la Bodeguita.
Nada más concluir, nos fuimos a la Bodeguita del Medio, ejemplo de la idiosincracia de los palmeros hermanos de la Habana, el son y de Fidel. Allí, pude disfrutar de las cositas de aquí, de la guitarra, del montuno y de la improvisada coralización a 3, 4 o 5 voces, de las más sonadas canciones cubanas y de otras que están ya más en el olvido. Muchos somos los que lo defendemos: La música cubana, aquí, es folclore.

- Día redondo.
Ni telepizza consigue pasar de un momento perfecto, ni Coca-cola puede refrescar mejor el espíritu que un día en estos lares. Creo que la magia consiste hacer del arte una labor para poder disfrutar del trabajo.


'véase la película Como locos a por el oro.
''cómo me gusta tocar las cosquillas.

 

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