Otra sobre maestros
Hoy leyendo una de las historias de El Replicante de chico me vino un flash:
Escuché el vozarrón de faraox repitiéndome una vez más eso de "Con lo cabrón que eras tu con los profesores, y ahora eres maestro".
En realidad era así, no se desajusta casi nada a lo acontecido en los años de estudiante de secundaria obligatoria, pero sólo con aquellos personajes que intentaban darme clase con la superioridad y altanería (¡oh esta sociedad meritocrática!) de un docente reprimido por sólo haber sido un investigador frustrado y anhelar la genialidad divina científica tan en déficit. Así es desde hace mucho, el que no tiene nada que hacer se mete en magisterio o hace el CAP como un último intento para hacer de su título un salvoconducto laboral. Siendo la manera más fácil ver tu destino en un colegio o un instituto, intentando guiar a otros por los caminos pantanosos que ni el nuevo docente sabe a dónde van a dar a parar.
El arte de la didáctica o la efectividad al aplicar alguna de las recetas metodológicas que nos mostraron, o que hemos ido elaborando conjunto a la experiencia, no se puede interiorizar con las técnicas de repetición o la memoria, tan usadas en las vísperas a un examen. Esta empatía del buen maestro es algo que se va forjando, como si se fuera tallando en los huesos su uso (y no abuso) y la gracia con la que puedes salir de una situación más o menos compleja. En el instituto tuve algún profesor de ese estilo. Yo, que era un verdadero cabrón con estos mamarrachos que tuve por profesores, un día, muy enfrascado en una clase de Lengua y Literatura de segundo de bachillerato, escuchaba al maestro decir muy orgulloso de Navarra que había sido la cuna del español actual. Cómo no, le pregunté:
- ¿Cuna del español? ¿Por qué?
- Porque en Navarra empezó la Reconquista, en Covadonga, con las batallas de Pelayo - dijo el fascineroso.
- ¿Covadonga en Navarra? ¿Pelayo no era asturiano?
- No, Fran-CISCO (con ese recochineo bagañete que en otras ocasiones suena familiar y agradable). La reconquista empezó en Covadonga, en Los Picos de Europa, en Navarra.
Yo, sabio desconocedor de los fundamentos geográficos peninsulares, insistí:
- Bueno, yo estuve en Los Picos de Europa, fui a ver a La Santina en su cueva, vi la estatua del Pelayo, me comí los tremendos caramelos astures que venden en esas alturas... pero jamás he estado en Navarra. Estaba en Asturias.
Rematando el disparate el profesor:
- Covadonga puede estar donde tu quieras, menos en Asturias.
Yo desistí. No tenía argumentos, ni herramientas, ni la posibilidad de orientar al profesor en una nueva tarea: "Callarse antes de hablar si de lo que se está hablando no se sabe". Siempre uno corre el riesgo de destrozar aún más su reputación con historias como estas, que van de boca en boca, de generación en generación, como un relevo muestra de la podedumbre intelectual a la que están sujetossiertos ciertos (disculpen el acento y la ignorancia) catedráticos que dan clase en un instituto.
Escuché el vozarrón de faraox repitiéndome una vez más eso de "Con lo cabrón que eras tu con los profesores, y ahora eres maestro".
En realidad era así, no se desajusta casi nada a lo acontecido en los años de estudiante de secundaria obligatoria, pero sólo con aquellos personajes que intentaban darme clase con la superioridad y altanería (¡oh esta sociedad meritocrática!) de un docente reprimido por sólo haber sido un investigador frustrado y anhelar la genialidad divina científica tan en déficit. Así es desde hace mucho, el que no tiene nada que hacer se mete en magisterio o hace el CAP como un último intento para hacer de su título un salvoconducto laboral. Siendo la manera más fácil ver tu destino en un colegio o un instituto, intentando guiar a otros por los caminos pantanosos que ni el nuevo docente sabe a dónde van a dar a parar.
El arte de la didáctica o la efectividad al aplicar alguna de las recetas metodológicas que nos mostraron, o que hemos ido elaborando conjunto a la experiencia, no se puede interiorizar con las técnicas de repetición o la memoria, tan usadas en las vísperas a un examen. Esta empatía del buen maestro es algo que se va forjando, como si se fuera tallando en los huesos su uso (y no abuso) y la gracia con la que puedes salir de una situación más o menos compleja. En el instituto tuve algún profesor de ese estilo. Yo, que era un verdadero cabrón con estos mamarrachos que tuve por profesores, un día, muy enfrascado en una clase de Lengua y Literatura de segundo de bachillerato, escuchaba al maestro decir muy orgulloso de Navarra que había sido la cuna del español actual. Cómo no, le pregunté:
- ¿Cuna del español? ¿Por qué?
- Porque en Navarra empezó la Reconquista, en Covadonga, con las batallas de Pelayo - dijo el fascineroso.
- ¿Covadonga en Navarra? ¿Pelayo no era asturiano?
- No, Fran-CISCO (con ese recochineo bagañete que en otras ocasiones suena familiar y agradable). La reconquista empezó en Covadonga, en Los Picos de Europa, en Navarra.
Yo, sabio desconocedor de los fundamentos geográficos peninsulares, insistí:
- Bueno, yo estuve en Los Picos de Europa, fui a ver a La Santina en su cueva, vi la estatua del Pelayo, me comí los tremendos caramelos astures que venden en esas alturas... pero jamás he estado en Navarra. Estaba en Asturias.
Rematando el disparate el profesor:
- Covadonga puede estar donde tu quieras, menos en Asturias.
Yo desistí. No tenía argumentos, ni herramientas, ni la posibilidad de orientar al profesor en una nueva tarea: "Callarse antes de hablar si de lo que se está hablando no se sabe". Siempre uno corre el riesgo de destrozar aún más su reputación con historias como estas, que van de boca en boca, de generación en generación, como un relevo muestra de la podedumbre intelectual a la que están sujetos
4 comentarios
Majek n' Tedote -
- faraox: tu viviste esa anecdota, si no recuerdo mal.
- soyxana: ¡imagínate que fuerte la ubicación de este hombre!
- sergio: menos mal que uno aprende de los errores propios y de los ajenos.
¡Ahul!
Sergio -
Al día siguiente me pidió disculpas, eso sí, en privado, pero bueno, me enseñó a corregir de una manera constructiva y a coger un diccionario antes de llevarle la contraria a un niño que está convencido de lo que dice...
soyxana -
Ja...
faraox -