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un día cualquiera

Más medios que en el de 1994


La vigilancia es permanente. Varios alcaldes de la Isla destinan estos días un buen número de efectivos de la Policía Local a la vigilancia de la masa boscosa de sus municipios ante la amenaza de un siniestro forestal intencionado. Nadie quiere arriesgarse. En la mente de todos planean fechas negras en la historia de La Palma por la devastación que el fuego llegó a provocar. Los meses de julio y agosto del año 1994 es sólo uno de esos tristes períodos en la memoria colectiva de los palmeros. Aquel verano ardió una quinta parte de la masa forestal de la Isla. Garafía fue también, en aquellos días, duramente castigada por las llamas. El olor a fuego y el color naranja del cielo llegaría en el verano del 94, como preludio del desastre, a los municipios de Santa Cruz de La Palma, San Andrés y Sauces, Puntallana y Tijarafe, donde también ardió monte. Los más viejos, a pesar de la preocupación que reina estos días en La Palma, hablan con cierto optimismo de la situación actual porque "tenemos muchos medios", pero también aluden a los factores naturales contra los que nadie puede luchar. "El tiempo ahora nos ha sido favorable: no sopla viento en Garafía y eso nos ayuda, pero nadie puede controlar que no cambie". La reflexión es compartida también por los técnicos forestales y los efectivos contraincendios, que se muestran extremadamente cautos y que se encogen de hombros cuando se les interroga sobre el control del incendio en el amanecer de hoy viernes. "El monte todavía seguirá ardiendo esta noche".

De Diario de Avisos

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