momentos de ternura

[...] Entonces, despertaste.
Yo había estado observando como dormías plácidamente. Abriste los ojos y, tras un instante para poder orientarte, me sonreíste dejando entre ver tus dientes. Te incorporaste despacio, retirando suavemente las blancas sábanas que cubrían tu cuerpo. Tu delicadeza te hace elegante, ahora y siempre. Poco a poco te acercaste, me diste los buenos días y te marchaste al baño. Inmediatamente bajé a la cocina, tu cocina. Preparé el desayuno y mientras bajabas desperté a los demás. Cuando volví ya estabas colocando el mantel sobre la mesa. [...]